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Bajar de peso, adelgazar… no es tan complicado

Bajar de peso, adelgazar… no es tan complicado

¿Estamos todos conformes con nuestro peso y figura? Recuerdo hace muchos años en unos cursos Máster, la profesora nos preguntó al conjunto de alumnos: ¿Estáis conformes con vuestro aspecto?… Levantad la mano los que no. El 90% fueron los que la alzaron. Decía Borges que la belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica. Pero muchos andan obsesionados con su peso y figura. Sin llegar a la obsesión, estimo que si quieres bajar de peso puedes proponértelo seriamente y utilizar las herramientas que tienes a tu disposición.

Alrededor del peso y la figura se configuran diversos trastornos en Psicología Clínica. Desde los relacionados con la propia imagen corporal (distorsiones,  rechazo) los relacionados con los excesos o déficit de ingesta calóricos,  pasando por todos los relacionados con la autoestima, la ansiedad y la depresión por estos conceptos.

Las presiones sociales de nuestra cultura occidental, como la publicidad, los estereotipos culturales (con modelos de extrema delgadez, paradigma de la felicidad y el éxito) impactan potentemente en el adolescente que todavía no ha estructurado su personalidad y es a menudo vulnerable. Algunos trastornos alimentarios pueden darse en niñas ante el cambio de su cuerpo,  que experimentan una pubertad temprana, que unido a los conflictos psicológicos de la adolescencia intensifican los problemas relacionados con el peso y la figura.

La familia y los factores ambientales con frecuencia desempeñan un papel importante en la aparición y mantenimiento de muchos problemas de alimentación.

El sedentarismo rampante de este tiempo tampoco nos ayuda en absoluto. El ser humano, como animal activo que somos, está hecho para el ejercicio y la actividad. Y es preciso incrementar el ejercicio y el movimiento para estar más sanos y sentirnos mejor. 

El pseudoproblema psicológico más extendido en nuestro ámbito social es el relacionado con el sobrepeso. Hoy quiero centrarme en este punto únicamente, dejando para otros posts el profundizar en otros aspectos de los problemas alimentarios. Durante este año 2020 hemos sufrido un confinamiento, derivado del COVID19 y para algunos ha supuesto un incremento de peso.

Hemos de tolerar y aceptar el hecho de que no tenemos un cuerpo 10. Ninguno de nosotros probablemente, exceptuando a algunos humanos tocados por los dioses y que se dedican precisamente e explotar su don (actores y actrices, modelos de pasarela…). Un trabajo que a menudo hacemos los psicólogos es hacer hincapié en el hecho importante de aceptar lo que la vida nos otorga desde el nacimiento. Y la figura es uno de esos “dones”. Nadie puede cambiar fácilmente de aspecto si no somete a una cirujía intensiva. Y de lo que se trata en lo fundamental es de aceptarse físicamente a uno mismo, salvo que uno se dedique al show business, al cine o al teatro. No os obsesionemos, por favor. 

Un trabajo publicado en  Science Daily hace algunos años asegura que estar delgado no siempre es la mejor opción desde el punto de vista de la salud. Se afirma en este trabajo que las personas obesas que están sanas “de otra manera”, viven tanto tiempo como las más delgadas y con menor probabilidad de morir a causa de problemas cardiovasculares. Sorprendente. El estudio se realizó sobre una muestra de 6000 personas. Entiendo que en cualquier caso estas conclusiones deben ser aún validadas en otras investigaciones, pues considero que la obesidad (que no el sobrepeso) no puede establecerse como saludable con los datos que actualmente manejamos científicamente. 

Cualquiera de nosotros puede decidir mantener cierto sobrepeso, si mantiene una vida razonablemente activa y come saludablemente. E incluso, si te has excedido en los últimos años, puedes hacer un esfuerzo para bajar esos kilos de más optando por seguir una dieta saludable y utilizando potentes recursos psicológicos, que los hay. 

En un próximo post os contaré algunos consejos, ideas y ejercicios para conseguir obtener una reducción importante de su peso, si es tu caso. Haciendo énfasis en las herramientas de cariz psicológico. Les anticipo que la psicología es un elemento importante a la hora de conseguir este hito. Y la autohipnosis, mi técnica preferida para conseguirlo. 

Alberto Bermejo

Psicólogo clínico

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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Meditación de un minuto

Meditación de un minuto

A menudo optar por resolver un problema de salud mental no debe tornarse tan complicado como a menudo creemos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estado de bienestar  es el estado óptimo y normal del ser humano. Habría mucho que discutir al respecto, pero sí es bien cierto que en este artículo de hoy me apetece romper una lanza por nuestra capacidad para reducir el malestar con soluciones poco complicadas y al alcance de cualquiera.

La tensión psicológica, que se halla en la base de múltiples problemas de salud mental, puede reducirse con sencillas técnicas de relajación y meditación. Hoy os propongo La Meditación de un Minuto.

La meditación, nosotros psicólogos occidentales, expertos en cambiar de nombre a cualquier técnica milenaria, es llamada por los colegas más modernos como «mindfulness». Yo prefiero denominarla como se ha llamado toda la vida, «meditación», como ya lo enseñaba yo hace más de veinte años en mis talleres de autohipnosis en Alicante y ya la practicaba en Cartagena junto con el yoga, cuando era un jovenzuelo, durante aquellos años en los que la New Age y los movimientos alternativos andaban muy de moda. Debo decir que nuestros amigos y sabios orientales se merecen un respeto; han de llevarse el copyright de la eficacia de estas técnicas utilísimas para la reducción del estrés y la ansiedad. Tan maravillosas como su milenaria cultura y sus paisajes fascinantes, en los que siempre que puedo me embarco para viajar y sumergirme en ellos.

La Psicología debe muchísimo a los sabios hinduistas y budistas, que nos enseñaron técnicas para parar y poner atención en nosotros mismos, en lugar de mirar todo el tiempo hacia fuera, ignorándonos. Nosotros en occidente hemos aprendido a validar las técnicas y en lugar de usarlas con fines religiosos emplearlas para curar el cuerpo y la mente, que tampoco es mala idea. Pues el estrés, la tensión y el dolor psíquico alteran nuestra naturaleza y rompen nuestro equilibro interior.

Os propongo una renovación personal, y si queréis, espiritual. Sin más rodeos, amigos lectores: os propongo que paréis y no hagáis nada. Compañeros míos de la Universidad del País Vasco UPV/EHU, como Iñaki Rivero, opinan que se puede aprender a descargar las tensiones acumuladas practicando la quietud, aprendiendo a vaciar el movimiento del cuerpo y sobre todo el de la mente.

Os recomiendo este pequeño corto en Youtube en el que se explica una meditación en un minuto: http://www.youtube.com/watch?v=YJBB8ambUdI

Si lo alargáis a cinco o diez minutos, veréis como el efecto de refresco mental se incrementa. Una pequeña siesta también ayuda, pero la siesta no la podemos improvisar ante el ordenador, o en el trabajo.

Durante este benefactor minuto conviene no centrarse en nada, dejando la mente divagar, sin intervenir; dando rienda suelta a cualquier contenido mental o emoción, sin identificarnos con ninguno de ellos; sencillamente parar, esperar y sentir, sin más. Manteniendo nuestra conexión con la respiración. Si conseguimos reducir los input u outputs mentales durante ese momento, mucho mejor.

¿A que os gustó este ejercicio?. Pues ánimo, practicad todos los días y veréis como vuestras tensiones psicológicas quedan muy aliviadas.

Alberto Bermejo

Psicólogo clínico

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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El dolor y su vertiente psicológica. Aportaciones desde la hipnosis.

El dolor y su vertiente psicológica. Aportaciones desde la hipnosis.

Uno de los grandes problemas que los psicólogos encontramos en nuestras consultas es el tratamiento de los problemas de dolor. Son consultas relativamente frecuentes: desde dolores musculares con complicaciones de tipo psicológico, hasta fibromialgia, pasando por todo el espectro del dolor crónico, e incluso de dolencias puramente médicas. El porcentaje de pacientes con dolor en España alcanza entre el 15%  y el 20%
Hace unos años la revista científica “The Lancet” realizó un análisis en profundidad de la situación en que se encuentra actualmente el manejo clínico del dolor, encontrándose que las terapias actuales adolecen de insuficiencias importantes y el abordaje del problema de dolor sigue siendo problemático. Aún permanecen muchas dudas sobre el definitivo establecimiento de las bases neurofisiológicas y bioquímicas en la percepción del dolor; y el mejor ejemplo lo tenemos con la fibromialgia, trastorno depreciado, e incluso despreciado por buena un sector de la Medicina.
Los profesionales no estaríamos tan preocupados si no nos encontráramos ante un problema que implica el sufrimiento innecesario de nuestros pacientes; sobre todo en lo que respecta al problema de dolor. Y el mismo no se presenta sólo, sino acompañado de trastornos de ansiedad, depresión, problemas comportamentales, adicciones, etc.


El dolor no deja de ser una respuesta adaptativa de nuestro organismo. Nos informa que algo anda mal en nuestro cuerpo: es una especie de sistema de alarma. Es una experiencia que se percibe física y afectivamente. En el dolor podemos encontrar aspectos puramente sensoriales, aspectos motivacionales-afectivos y aspectos cognitivo-evaluativos. Así, la experiencia de dolor de una misma intensidad en una persona puede ser perfectamente diferente en otra.
En 1965 Melzack y Wall propusieron la “teoría de la puerta”, estableciendo que en el asta dorsal de la médula puede hallarse la clave neurológica responsable del paso o el impedimento de paso de los impulsos nerviosos provenientes de los nociceptores hacia los centros superiores, modulando la percepción de dolor.
Ciertamente, desde la Psicología podemos intervenir efectivamente en procesos de dolor crónico y fibromialgia. Y concretamente yo utilizo eficazmente procedimientos hipnosugestivos (hipnosis) para ayudar a los pacientes a afrontar con eficacia sus episodios de dolor.
El éxito del tratamiento implica el adecuado manejo del dolor desde el punto de vista psicofarmacológico, terapias físicas y la aplicación de estrategias psicológicas orientadas al manejo comportamental del paciente, corrección motivacional, autocontrol emocional y reestructuración cognitiva.
Es fundamental que el paciente tenga conciencia de su dominio sobre el dolor y de que dispone de herramientas útiles y eficaces para hacerle frente.
¿Y qué estrategias basadas en hipnosis pueden ser útiles para los pacientes?
De entrada, cualquier estrategia de relajación hipnótica orientada a la reducción de la activación fisiológica ayudará al paciente.
Particularmente útiles se han mostrado los ejercicios de visualización (e imaginación creativa) bajo hipnosis, mediante el empleo de metáforas sensoriales.
Estrategias cognitivas pueden ser de ayuda; entre otras, focalización externa de la atención, restructuración cognitiva, autoinstrucciones y estrategias de resolución de problemas.
Son de aplicación algunas técnicas basadas en autocontrol emocional y en el cambio actitudinal.
Cada caso merece un estudio pormenorizado y la aplicación de las estrategias más acordes al problema presentado por el paciente.

Alberto Bermejo

Psicólogo clínico

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Nuevas adicciones

Nuevas adicciones

Somos seres potencialmente adictos. Podemos generar una adicción frente a cualquier sustancia, elemento tecnológico, objeto cultural o aspecto vital.  En nuestra naturaleza hay algo que nos hace poder quedar seducidos por una sustancia o un objeto; y por qué no, también por una persona. ¿Es el amor una adicción?. Los psicólogos conocemos todos los problemas derivados de una dependencia emocional. Esto da mucho de sí, pero hoy me centraré en las adicciones tecnológicas, sin por supuesto pretender ser exhaustivo.

Claro que en ningún caso conviene que nos equivoquemos. Debemos diferenciar bien lo que es una adicción de un uso abusivo o compulsivo o poco razonable, que generando algunos inconvenientes (algunos importantes), no prefigura un gran daño en el entorno del individuo o para sí mismo y por lo tanto no debe considerarse una adicción.

Yo siempre transmito a mis pacientes y a mis lectores la importancia de fomentar las adicciones positivas; la adicción a la vida, fundamentalmente. De la misma manera que podemos caer en las garras del alcoholismo o en la drogadicción o en cualquier otra nefasta adicción, podemos cultivar las adicciones positivas. De hecho, en toda terapia de rehabilitación es imprescindible incluir una programación de actividades y la inserción de nuevas habilidades,  estrategias, conductas,  en el adicto que desea superar su problema.

No negaré en este momento mi pasión por las nuevas tecnologías y mi fascinación por el Iphone y el mundo maquero (¿debería ponerme en tratamiento? (carita sonriente) ), pero sí que es cierto que los smartphones y su repercusión en sus usuarios ha concitado el interés de todos los que nos dedicamos a la psicología clínica. Un estudio llevado a cabo por la National Sleep Foundation (NSF) estadounidense afirma que la calidad del sueño se ve seriamente perjudicada por el uso de la tecnología (no sólo móviles, sino cualquier tipo de gadgets). La calidad y cantidad de sueño cae de forma importante entre los que se manejan con algunos de estos gadgets antes de dormir.

No obstante rompo una lanza por el mundo de la tecnología que nos ha mantenido a todos muy a salvo en estos tiempos de coronavirus COVID-19. Hemos mantener una comunicación eficaz entre nosotros, con nuestros amigos y familiares, durante nuestro confinamiento. Soy un gran valedor de la tecnología. Nos va a cambiar totalmente el mundo que conocemos.

Según otra publicación publicada en Telegraph un alto porcentaje de británicos (alrededor del 60%) aseguran cenar delante de su portátil o computadora. ¿Nos estamos pasando?

Yo entiendo que en la mayoría de los casos hablaríamos de un uso excesivo de estos gadgets, antes que puramente adicción. Ya que cuando estimamos un uso patológico (adictivo) de estos móviles o herramientas similares, encontramos en la persona afectada una ansiedad compulsiva, por estar siempre conectado, resentimiento de las relaciones interpersonales, laborales y sociales, preocupación excesiva, cambios en el estado de ánimo, etc.  Aspectos de la personalidad como la no aceptación de la propia imagen, la baja autoestima, la inseguridad, el desafecto emocional, puede hacer que incremente el riesgo de caer en este tipo de adicciones tecnológicas.

Así que bien sea nosotros mismos, bien nuestros hijos, hemos de establecer límites adecuados en el uso de estos gadgets tecnológicos. Para que en ningún caso nos sintamos controlados por ellos, sino que inteligentemente seamos nosotros los que los empleemos adecuadamente a mayor gloria de esta vida tecnológica en la que nos ha tocado vivir.

Y por cierto… ¿Te consideras una persona adictiva?

 

Alberto Bermejo

Psicólogo clínico

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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Autoestima

Autoestima

Cuando hablamos o pensamos sobre nuestra autoestima estamos estableciendo un sentimiento de valía personal. Nos valoramos como seres humanos. Este es un concepto clave, tanto desde el punto de vista terapéutico o clínico, como en cuanto a su consideración en conversaciones o debates de carácter público. Y es un término sobre el cual no hay un acuerdo global entre estudiosos e investigadores. ¿Te has preguntado alguna vez cuánto te quieres?

En problemas psicológicos como depresión y ansiedad, e incluso en otros como adicciones, trastornos sexuales, problemas de personalidad, etc., la percepción del autoconcepto  o “autoestima” estará probablemente alterado negativamente. Es habitual que pacientes con estos trastornos informen de “baja autoestima”.

Podemos articular la autoestima en torno a tres ejes: el yo real (como me veo a mí mismo), el yo ideal (cómo me gustaría verme), y los otros (cómo creo que los demás me ven). Es habitual la comparación de uno mismo con las personas de alrededor a la hora de elaborar mentalmente el concepto.

Características de una autoestima saludable vs baja autoestima

La persona con buena autoestima se siente preparada para afrontar los problemas de la vida, los problemas de su entorno; se observa con la fortaleza necesaria para encarar los infortunios que genera el vivir.  Sin embargo, las personas con una valoración negativa de sí mismos tienen a huir de sus problemas personales, esperando que se resuelvan mágicamente o demandan una ayuda intensiva y neurótica de los demás, aplicando la ley del mínimo esfuerzo.

Las personas con autoestima saludable se esfuerzan para alcanzar los objetivos y metas propuestas en la vida. La consecución de estos objetivos actúan como referentes y refuerzan su sentimiento de valía. Las metas y objetivos se tornan en aspiraciones legítimas en todos los ámbitos de su vida, sintiendo interés y motivación por la vida y por las personas que le rodean.  Los aquejados de una autoestima deficiente esperan poco de su propia vida y se sienten a menudo débiles. No espera conseguir las cosas que llegan a proponerse, generando por tanto poca capacidad y motivación para alcanzarlas. Se aprecia un déficit de interés por las cosas que le rodean y un desinterés apreciable por seguir aprendiendo.

Una buena autoestima genera una gran vitalidad. Estas personas se relacionan con personas vitales buscando un enriquecimiento mutuo. Se sienten bien expresando sus sentimientos y opiniones de forma asertiva, porque reafirma su valía personal. Respetan a los demás con la consideración y respeto debidos. Las personas con baja autoestima, sin embargo tienen a comunicarse confusamente y con evasivas, transmitiendo a los demás dudas continuas sobre sus propias opiniones. Su actitud es a menudo poco asertiva. No se sienten cómodas con personas asertivas y emprendedoras, estableciendo relaciones personales pobres y poco enriquecedoras, adoptando actitudes defensivas o agresivas en el trato con los demás.

Una autoestima saludable repercute en nuestra propia salud. Podemos cuidar de nosotros mismos, pero una buena autoestima no generará complejos sobre el propia aspecto. Si algo no nos gusta, pondremos el remedio adecuado. La persona con una buena autoestima sabrá reconocer sus aptitudes, así como sus limitaciones.  Sin embargo las personas con baja autoestima albergarán sentimientos de inferioridad constantes, en especial sobre el propio cuerpo y su apariencia, adoptando estrategias equivocadas de búsqueda de soluciones mágicas para sus “problemas” sobrevenidos. A menudo son irreflexivas e incapaces de establecer una estrategia adecuada para dirigir su vida por derroteros saludables.

Continuaré en otro post escribiendo sobre este importante concepto en Psicología, ya que da para muchos artículos.

Alberto Bermejo

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