por Alberto | Jun 4, 2020 | Consejos, Información, Noticias, Orientación, Psicologia, Terapia
Uno de los grandes problemas que los psicólogos encontramos en nuestras consultas es el tratamiento de los problemas de dolor. Son consultas relativamente frecuentes: desde dolores musculares con complicaciones de tipo psicológico, hasta fibromialgia, pasando por todo el espectro del dolor crónico, e incluso de dolencias puramente médicas. El porcentaje de pacientes con dolor en España alcanza entre el 15% y el 20%
Hace unos años la revista científica “The Lancet” realizó un análisis en profundidad de la situación en que se encuentra actualmente el manejo clínico del dolor, encontrándose que las terapias actuales adolecen de insuficiencias importantes y el abordaje del problema de dolor sigue siendo problemático. Aún permanecen muchas dudas sobre el definitivo establecimiento de las bases neurofisiológicas y bioquímicas en la percepción del dolor; y el mejor ejemplo lo tenemos con la fibromialgia, trastorno depreciado, e incluso despreciado por buena un sector de la Medicina.
Los profesionales no estaríamos tan preocupados si no nos encontráramos ante un problema que implica el sufrimiento innecesario de nuestros pacientes; sobre todo en lo que respecta al problema de dolor. Y el mismo no se presenta sólo, sino acompañado de trastornos de ansiedad, depresión, problemas comportamentales, adicciones, etc.
El dolor no deja de ser una respuesta adaptativa de nuestro organismo. Nos informa que algo anda mal en nuestro cuerpo: es una especie de sistema de alarma. Es una experiencia que se percibe física y afectivamente. En el dolor podemos encontrar aspectos puramente sensoriales, aspectos motivacionales-afectivos y aspectos cognitivo-evaluativos. Así, la experiencia de dolor de una misma intensidad en una persona puede ser perfectamente diferente en otra.
En 1965 Melzack y Wall propusieron la “teoría de la puerta”, estableciendo que en el asta dorsal de la médula puede hallarse la clave neurológica responsable del paso o el impedimento de paso de los impulsos nerviosos provenientes de los nociceptores hacia los centros superiores, modulando la percepción de dolor.
Ciertamente, desde la Psicología podemos intervenir efectivamente en procesos de dolor crónico y fibromialgia. Y concretamente yo utilizo eficazmente procedimientos hipnosugestivos (hipnosis) para ayudar a los pacientes a afrontar con eficacia sus episodios de dolor.
El éxito del tratamiento implica el adecuado manejo del dolor desde el punto de vista psicofarmacológico, terapias físicas y la aplicación de estrategias psicológicas orientadas al manejo comportamental del paciente, corrección motivacional, autocontrol emocional y reestructuración cognitiva.
Es fundamental que el paciente tenga conciencia de su dominio sobre el dolor y de que dispone de herramientas útiles y eficaces para hacerle frente.
¿Y qué estrategias basadas en hipnosis pueden ser útiles para los pacientes?
De entrada, cualquier estrategia de relajación hipnótica orientada a la reducción de la activación fisiológica ayudará al paciente.
Particularmente útiles se han mostrado los ejercicios de visualización (e imaginación creativa) bajo hipnosis, mediante el empleo de metáforas sensoriales.
Estrategias cognitivas pueden ser de ayuda; entre otras, focalización externa de la atención, restructuración cognitiva, autoinstrucciones y estrategias de resolución de problemas.
Son de aplicación algunas técnicas basadas en autocontrol emocional y en el cambio actitudinal.
Cada caso merece un estudio pormenorizado y la aplicación de las estrategias más acordes al problema presentado por el paciente.
Alberto Bermejo
Psicólogo clínico
Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)
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por Alberto | Abr 3, 2020 | Consejos, Orientación, Psicologia, Terapia
Hay muchas personas que actualmente utilizan la comida para afrontar sus dificultades personales y existenciales. Los síntomas relacionados con los trastornos alimentarios permiten a la paciente anoréxica reducir su consciencia, bloquear los sentimientos de dolor, evitar pensamientos amenazantes y/o eludir afrontar retos vitales. La tristeza, la soledad, el vacío, la agresividad, forman parte en primer o segundo plano de este tipo de problemas. La anorexia, y otros trastornos, frecuentemente están relacionados con otras alteraciones como depresión, ansiedad, abuso de sustancias, etc.
La anorexia nerviosa es un trastorno de alimentación caracterizado por pérdida de peso a resultas de una reducción continuada y excesiva de la ingesta alimentaria, con un deseo intenso de estar delgado/a. Las pacientes anoréxicas se perciben a sí mismas como “gordas”, independientemente de su peso y con frecuencia les es muy complicado reconocer su delgadez. Los riesgos para la salud y la vida de estas pacientes, son extremados. La mente se enfoca exclusivamente hacia la comida, llenando totalmente el espacio psíquico de la paciente. Muy característico también en estas pacientes es la presencia de fobia a la comida, extremo que también es muy importante modificar durante el tratamiento psicológico.
Las obsesiones y los rituales no son ajenos a este trastorno; es fácil encontrar pacientes que pesan sus alimentos, cortan la comida en trozos pequeños, secan la grasa con servilletas, lavan los alimentos bajo el grifo, se pesan de mañana muy temprano, se relacionan extrañamente con los espejos…
El frecuente encontrar en estas pacientes un deseo de excelencia y de consecución de grandes logros, así como una búsqueda desesperada de perfección, en su cuerpo y en diversas actividades; buscando una especie de control y autocontrol excesivos. También se observa su dificultad para reconocer y verbalizar sentimientos y emociones.
Es de suma importancia que la paciente admita su problema para establecer el cambio; es el primer paso de toda terapia. Con una combinación adecuada de estrategias psicológicas y nutricionales estas pacientes pueden ser ayudadas para superar su problema.
En ocasiones tienden a confundirse la anorexia y la bulimia. Sin embargo las diferencias muy claras para el psicólogo. Además de las propias diferencias sintomatológicas, la paciente anoréxica presenta unos rasgos de personalidad como introversión, evitación de riesgo, obsesiones, ansiedad; sin embargo es más frecuente en las pacientes bulímicas la depresión, la fluctuación en sus estados de ánimo, la búsqueda de sensaciones, deseos de riesgo, impulsividad, etc. En el paciente anoréxico detectamos control, orden, más frialdad, menos percepción y expresión emocional; el paciente bulímico hay más descontrol, caos de horarios, desorden, exceso, etc.
El tratamiento de la anorexia comprende básicamente: el establecimiento de la motivación al cambio, la recuperación del peso perdido, el tratamiento de las alteraciones psíquicas (baja autoestima, alteraciones de la imagen corporal, fobia a la comida, dificultades interpersonales, manejo de pensamientos irracionales) y la recuperación a largo plazo junto con la prevención de recaídas.
Algunos psicólogos caen en el error de pensar que muchas pacientes de anorexia no quieren ser tratadas por su problema. Estimo que esto es un error; es una especie de distorsión cognitiva a la que no somos ajenos. Realmente, estas pacientes sí desean ser ayudadas, a pesar de que sus miedos frenen la colaboración. Su gran resistencia a salir de la enfermedad es parte de su problema, del mismo trastorno.
Algunas de las estrategias psicológicas validadas para tratar con este problema (exceptuando las aproximaciones puramente nutricionales):
Ensayo conductual (en hipnosis o en imaginación). La paciente debe aprender a anticipar situaciones complicadas y preparar formas de respuesta adecuadas a cada situación.
Aproximaciones sucesivas. Por ejemplo, su relación con los alimentos. Y otras estrategias de moldeamiento, en vivo y/o en imaginación.
Exposición y desensibilización sistemática. En vivo y/o en imaginación con hipnosis. Son estrategias basadas en el afrontamiento de la ansiedad ante situaciones estresantes o amenazadoras.
Control de estímulos. La paciente debe comer únicamente en lugares y situaciones apropiadas.
Entrenamiento en resolución de problemas.
Autorregistros de determinadas conductas.
Reestructuración cognitiva. Los pensamientos disfuncionales de estos pacientes deben ser puestos en cuestión mediante determinadas estrategias psicológicas.
Entrenamiento en autoinstrucciones.
Manejo de ansiedad y estrés.
Desenvolvimiento de la Autoestima y la creatividad.
Estrategias para manejar la distorsión o el rechazo de la imagen corporal.
Entrenamiento en Habilidades Sociales.
Prevención de respuesta. Si existen conductas perjudiciales para la salud o incompatibles con el cambio terapéutico (por poner un ejemplo, los vómitos autoinducidos).
Estrategias de manejo emocional. Identificación, manejo y expresión de emociones.
Establecimiento de conductas alternativas (placenteras).
Dialogar con el trastorno. Ayuda a la paciente a descubrir qué está pasando en su interior y le hace tomar conciencia de ello.
Imaginación y visualización positiva. Estrategias basadas en símbolos y metáforas apropiadas a cada situación de cambio planteada.
Mindfulness. Estrategia basada en procesos de interiorización.
Técnicas basadas en Hipnosis Clínica.
Alberto Bermejo Gabinete de Psicología EIDOS
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