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Somos seres potencialmente adictos. Podemos generar una adicción frente a cualquier sustancia, elemento tecnológico, objeto cultural o aspecto vital.  En nuestra naturaleza hay algo que nos hace poder quedar seducidos por una sustancia o un objeto; y por qué no, también por una persona. ¿Es el amor una adicción?. Los psicólogos conocemos todos los problemas derivados de una dependencia emocional. Esto da mucho de sí, pero hoy me centraré en las adicciones tecnológicas, sin por supuesto pretender ser exhaustivo.

Claro que en ningún caso conviene que nos equivoquemos. Debemos diferenciar bien lo que es una adicción de un uso abusivo o compulsivo o poco razonable, que generando algunos inconvenientes (algunos importantes), no prefigura un gran daño en el entorno del individuo o para sí mismo y por lo tanto no debe considerarse una adicción.

Yo siempre transmito a mis pacientes y a mis lectores la importancia de fomentar las adicciones positivas; la adicción a la vida, fundamentalmente. De la misma manera que podemos caer en las garras del alcoholismo o en la drogadicción o en cualquier otra nefasta adicción, podemos cultivar las adicciones positivas. De hecho, en toda terapia de rehabilitación es imprescindible incluir una programación de actividades y la inserción de nuevas habilidades,  estrategias, conductas,  en el adicto que desea superar su problema.

No negaré en este momento mi pasión por las nuevas tecnologías y mi fascinación por el Iphone y el mundo maquero (¿debería ponerme en tratamiento? (carita sonriente) ), pero sí que es cierto que los smartphones y su repercusión en sus usuarios ha concitado el interés de todos los que nos dedicamos a la psicología clínica. Un estudio llevado a cabo por la National Sleep Foundation (NSF) estadounidense afirma que la calidad del sueño se ve seriamente perjudicada por el uso de la tecnología (no sólo móviles, sino cualquier tipo de gadgets). La calidad y cantidad de sueño cae de forma importante entre los que se manejan con algunos de estos gadgets antes de dormir.

No obstante rompo una lanza por el mundo de la tecnología que nos ha mantenido a todos muy a salvo en estos tiempos de coronavirus COVID-19. Hemos mantener una comunicación eficaz entre nosotros, con nuestros amigos y familiares, durante nuestro confinamiento. Soy un gran valedor de la tecnología. Nos va a cambiar totalmente el mundo que conocemos.

Según otra publicación publicada en Telegraph un alto porcentaje de británicos (alrededor del 60%) aseguran cenar delante de su portátil o computadora. ¿Nos estamos pasando?

Yo entiendo que en la mayoría de los casos hablaríamos de un uso excesivo de estos gadgets, antes que puramente adicción. Ya que cuando estimamos un uso patológico (adictivo) de estos móviles o herramientas similares, encontramos en la persona afectada una ansiedad compulsiva, por estar siempre conectado, resentimiento de las relaciones interpersonales, laborales y sociales, preocupación excesiva, cambios en el estado de ánimo, etc.  Aspectos de la personalidad como la no aceptación de la propia imagen, la baja autoestima, la inseguridad, el desafecto emocional, puede hacer que incremente el riesgo de caer en este tipo de adicciones tecnológicas.

Así que bien sea nosotros mismos, bien nuestros hijos, hemos de establecer límites adecuados en el uso de estos gadgets tecnológicos. Para que en ningún caso nos sintamos controlados por ellos, sino que inteligentemente seamos nosotros los que los empleemos adecuadamente a mayor gloria de esta vida tecnológica en la que nos ha tocado vivir.

Y por cierto… ¿Te consideras una persona adictiva?

 

Alberto Bermejo

Psicólogo clínico

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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