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¿Eres persona nostálgica? ¿Te ves inundado por un sentimiento como este a menudo? Experiencialmente nos encontraríamos cerca de otras tonalidades emocionales como la pena, la desilusión, el repliegue hacia el interior, quizás el desengaño… Si no me lo has oído decir, escúchame ahora: abrirse a un sentimiento “negativo” por etiquetarlo así, no es comprometedor para la unidad del self, para nuestro autoconcepto o autoestima. De vez en cuando debemos revisar y ver qué nos emociona. Las emociones nos convierten en magníficos seres humanos. Yo soy un entusiasta emocional. Recuerdo al José María García de las ondas, con su látigo verbal: “ni una buena acción, ni una mala palabra”, que definen a muchas personas (a menudo melindrosas) que ni sienten, ni padecen: los iletrados emocionales.

La nostalgia guarda relación con un sentimiento triste que puede acaecer en cualquier momento de la vida. Los recuerdos son el principal disparador de esta emoción. La extinción de un buen momento del pasado, recordado, puede generar la nostalgia. Históricamente, su primera aparición conceptual data de 1688: el estudiante Johannes Hofer lo introdujo en su tesis de grado (medicina) describiéndolo como «la enfermedad de un estudiante que dejó su ciudad natal para acudir a estudiar a Basilea».

En esta oportunidad quiero maridar la nostalgia con un sentimiento más energético, el anhelo, con su matiz comportamental. Fuerte y henchido de creatividad, que deriva del hambre y sed no saciadas del alma, que nos empuja a seguir nuestros sueños y deseos insatisfechos, nuestras personales utopías, sublimando otras emociones más prosaicas. El autor de Crónicas de Narnia C.S. Lewis lo llamó sehnsucht (en alemán) vinculándolo a la posibilidad de generar mucho más y ser u obtener algo mejor. En una de sus novelas escribiría:  “Cuando fui más feliz más anhelaba. En esos días felices, cuando estábamos arriba en las colinas…. Con el viento y el sol… Y debido a que era tan hermoso, me hizo anhelar, siempre anhelar….”.

Si miras dentro de ti y ves un paisaje gris o un cielo nublado, un frío implacable o un eclipse de luna, te voy a ofrecer algunas claves para sentirte algo mejor.

  • Ante todo, descubre que la noche también es bella, aunque reine dentro de nosotros. Y podemos aprender de la misma.
  • Haz una breve meditación para afinar y etiquetar tu emoción
  • Tu estructura emocional está vinculada a tus pensamientos. Y la nostalgia está especialmente emparentada con la memoria. Haz un pequeño esfuerzo por tomar algunas notas sobre cómo te sientes y unir tu experiencia emocional a imágenes, recuerdos o pensamientos que cursan en paralelo. No siempre es fácil modificar emociones, siendo más sencillo cambiar nuestros eventos cognitivos.
  • Si tienes la paciencia suficiente encontrarás que hay dos o tres ideas únicamente vinculadas a la compleja emotividad que ahora te está preocupando: quizás sea el desamor, la pérdida de un amigo, la añoranza de un viaje o buenos momentos, o una experiencia de soledad…
  • Si tienes un problema de comunicación o de cualquier tipo con una persona cercana, toma la decisión de buscarle solución. Contacta con ella y abordar el problema.
  • La interacción social y salir con amigos procura un gran alivio para la nostalgia. Tenlo en cuenta. Aprovecha, ahora que es verano, para salir y tomar algo el sol y darte un buen chapuzón

Y si mis consejos no te ayudan hoy mucho, refúgiate en la música. Termino este post con el anhelo de Bono (U2) reflejado en su himno:  “…I still haven’t found what I’m looking for…” una hermosa canción repleta de esperanza que encontrarás en su álbum The Joshua Tree, publicado en 1987, una genialidad.

Alberto Bermejo

Psicólogo clínico

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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