Nos sentimos atenazados por el miedo. Ahora más, con el ataque del COVID19. El miedo ahoga la libertad. El miedo, en la forma de ansiedad, es asunto que a menudo los pacientes llevan a consulta. ¿Porqué tanto miedo al miedo?. A mis pacientes les explico la ansiedad como si una vieja amiga se tratara. Sin miedo no podríamos existir. Si leéis algunos apartados de mi Web, encontraréis que la biología humana (y no sólo) es deudora de los grandes miedos que filoetológicamente podemos reconocer: el fuego, la altura, los iguales, animales… (¡y sin embargo, no tenemos miedo a unos zapatos!). Sí; el miedo es una cuestión biológica, que se despliega psicológicamente.
Con mis pacientes abordo con frecuencia este tema, y mi pretensión principal es conseguir que lo aprendan a manejar. Hemos de superar el miedo a existir. El miedo es el gran monstruo de nuestros días. El miedo nos rodea. Es el gran ladrón de nuestro tiempo (todo ese tiempo que le dedicamos, rumiando mil y un peligros reales e imaginarios). Los verdaderamente libres han roto las cadenas que les ataban al miedo.
El miedo nos lo tomamos hasta en la sopa; se nos lanza desde el cine y la televisión. El Poder se encarga de recordarnos cada día que hemos de temer infortunios si nos alejamos de nuestro rol de ciudadanos apocados. Vivimos en entornos seguros, en paises (Europa Occidental) seguros, con una policía eficaz… y seguimos teniendo miedo del otro que camina junto a nosotros, también temeroso. Y en estos días de temor al contagio, aún más. Nuestro día a día es un continium de sucesos, imaginarios, cuando en la mayoría de hogares reina una real tranquilidad. El consumo de psicofármacos ansiolíticos es disparatado, especialmente en España… ¿qué nos pasa?. ¿Por qué arruinamos nuestra vida de este modo?. ¿Porqué nos mantenemos en nuestro particular Síndrome de Evitación Experiencial?.
Ciertamente el Poder utiliza el miedo para manipularnos. Los ciudadanos temerosos se pliegan al dictado de los que mandan. El que se mueve no sale en la foto… dijo aquel. Quería detenerme sobre todo en esta ocasión en los miedos que se nos imponen desde el Estado, desde la Televisión, el Cine, los Mass Media, y desde diversos manipuladores oteros…. Haced una revisión de todos ellos. El cavernícola se arriesgaba, y gracias a eso, somos lo que somos, porque experimentaban. Lo que hacen los medios hoy en dia es asustarnos tanto que no queremos ni experimentar, que seamos ovejas.
Podemos ser conscientes del coronavirus, pero no debemos dejarnos vencer por el miedo a él. Hay una gran diferencia entre pánico y conciencia. Con conciencia asumimos una responsabilidad, de lo que hay que hacer y de lo que no. Siendo conscientes del problema sabemos qué debemos hacer para disminuir su propagación. Pero con el miedo, la cordura se pierde, disolvemos nuestra conciencia. Desde que el virus ha entrado en nuestra cultura mental se ha vuelto omnipresente; envueltos en su mundo, temblamos ante su temible poder.
Si piensas en el COVID19 constantemente, si lees demasiado al respecto puedes generar síntomas de ansiedad: dolores en el pecho, cefaleas, tensión, problemas gástricos, etc. Casi reproducir una especie de «contagio mental». ¿Por qué nos obsesionamos tanto a nivel colectivo? El poder de la pandemia actual casi es equiparable al poder de nuestra imaginación. Debemos buscar momentos de desconexión, de leer un buen libro o disfrutar de una buena serie en TV, de hablar con nuestros amigos o con nuestra pareja.
Es el momento de armarse de coraje, buena salud y solidaridad. Nuestra generosidad de espíritu pensando en la supervivencia común. Aplicarnos formas creativas de lidiar con este estrés de cada día. Es el momento de reexaminar nuestra conciencia como especie, para hacer balance. Para revisar otros problemas que tenemos a nuestro alrededor: el cambio climático, la vigilancia, los derechos humanos, la asistencia sanitaria, la justicia y la pobreza. Tomar nuevas lecciones. Armándonos de paciencia, es el momento de cambiar a mejor. Toca aprender, de lo que ahora está sucediendo a nuestro alrededor. ¿Estamos preparados?
Afirmaba Platón que caballos alados tiran al mismo tiempo del carruaje del alma, en dos direcciones opuestas, que configuraban dos pulsiones contrarias: una que aspira a lo divino mientras la otra lo arrastra a los poderes obscuros de la carne, pulsiones sitas en un territorio asociado a lo que posteriormente se llamaría inconsciente.
Fue en el siglo XVII cuando Leibniz escribió sobre “pequeñas percepciones de las que no tenemos ninguna conciencia”. En el siglo XIX el Romanticismo evidenció “los reinos crepusculares de la conciencia” (Coleridge); Goethe identificaba “el más allá del psiquismo” y Woodworth mencionó “los secretos rincones del corazón y de las sombras espirituales donde el sol nunca penetra”.
Gustav Carus, ya en 1850, escribiría un libro titulado ”Das Unbewusste” (El inconsciente). Y en aquellos años otro autor, Von Hartmann escribiría “La filosofía del inconsciente”, con ideas inspiradas en Nietzsche y Schopenhauer.
De forma que Freud mal que le pese a algunos psicoanalistas, no inventó ni el término ni el concepto, aun discutido, de una psique de las profundidades, inaccesible a la conciencia. Si bien es cierto que Sigmund Freud a principios del siglo XX supo poner cierto orden conceptual sugiriendo la existencia de la represión (representación afectivamente insoportable), determinados mecanismos de defensa, y el proceso de la angustia y sus síntomas.
A la luz de los descubrimientos científicos actuales, la Psicología y la Neurología han descubierto determinadas bases neurales sobre las que asentar determinados “inconscientes” o “procesos inconscientes”.
Una huella sensorial, una experiencia de la vida, puede dejar una impronta sin recuerdo consciente (inconsciente cognitivo). Si el recuerdo tiene cierta carga traumática o si se muestra indeseable para el individuo, puede tornarse “reprimido” u “oculto”, afectando o no al devenir de nuestras experiencias psicológicas y personales.
He tenido oportunidad de tratar a pacientes que procesaban sus emociones muy pobremente y que me indicaron que hechos traumáticos en su infancia/adolescencia fueron los causantes de una voluntaria restricción emocional para sobrevivir psicológicamente en determinadas circunstancias. Pulsiones de carácter insconsciente mantenían los procesos de control y salvaguardia psicológicos.
Múltiples funciones psicológicas y psicofisiológicas, operan de forma automática sin mediar control consciente.
En el inconsciente cognitivo, uno no sabe que sabe; podemos enterarnos de algo sin saber que nos hemos percatado y respondemos a ello sin darnos cuenta. ¡Hasta los amnésicos pueden aprender de forma insconsciente aun cuando estimen que no han aprendido nada!.
Algunas de estos procesos los encuentro presentes cuando formulo a mis pacientes y les propongo instrucciones posthipnóticas: los pacientes se ven compelidos a responder como les sugiero (levantar y dar unas palmadas, tocar a un compañero alejado de su mesa, etc.), y al ser preguntados formulan explicaciones peregrinas para justificar su comportamiento.
Desde un punto de vista cognitivo, podríamos definir el inconsciente como el sistema compuesto por el conjunto de contenidos, actividades y procesos cognitivos propios del organismo que son relevantes para explicar su funcionamiento tanto interno como externo, pero de los que no puede dar cuenta por carecer de una vivencia subjetiva clara de los mismos.
Muchos de mis pacientes con ansiedad, o depresión, a menudo se muestran esquivos y preocupados respecto a determinados contenidos de su conciencia que supuestamente surgen a partir de determinados procesos inconscientes. Yo me apresuro a darles una explicación en profundidad sobre tales pensamientos enojosos, haciéndoles ver que una alternativa inteligente frente a los mismos es operar inteligentemente mostrando con algunas técnicas y herramientas, cierta distancia psicológica frente a tales pensamientos.
No podemos negar la existencia de tales procesos inconscientes pues. La psicología cognitiva actual ha arrojado luz al respecto. Conocerlos mejor ayudará a una vida más integrada y feliz, y menos recursiva psicológicamente. Tenga en cuenta el lector, con todo lo que ha avanzado la Psicología Científica actualmente, lo que sí podemos determinar (aunque no les guste oirlo a los psicoanalistas) sin ningún género de dudas que el «subconsciente» como «territorio psicológico o mental» no existe en absoluto; al menos, su evidencia científica es inexistente..
Con la reforma de las pensiones, que incluye la elevación de la edad de jubilación a los 67 años, los trabajadores van a mantenerse ocupados una gran parte de su vida.
Sin embargo, hay muchos empleados que en el sector industrial y financiero reciben una invitación a marchar de su trabajo antes de los 60 años. Es la gran incongruencia que establece la sociedad que hemos creado: los jóvenes empujan y casi no hay sitio para los mayores.
A mí como profesional de la psicología me interesaría destacar la afectación psicológica que puede desarrollar un trabajador retirado a destiempo, apartado de su trabajo de forma anticipada. En general es una situación que no gusta a la mayoría, pues en nuestra sustancia y esencia está nuestro ímpetu, nuestra voluntad de mantenernos activos y productivos. La pasividad y el aburrimiento casan muy mal con nuestra disposición natural; cierto es que cualquiera pensaría que una vez retirado podríamos dedicarnos a múltiples aficiones para calmar nuestro apetito de actividad, pero lo más frecuente es encontrarnos que los mayores descubren tristemente que fuera del trabajo al que han dedicado un 100% de energía, queda poco por hacer. Es uno de esos problemas que planificándolos con tiempo pueden no ser tan problemáticos en la jubilación, pero a menudo sorprenden a los prejubilables.
El retiro es un proceso de cambio brusco que afecta económica y personalmente. Cambia la forma de organizar nuestra vida e interfiere en nuestras relaciones personales. Puede producir algún tipo de trastorno adaptativo. En los adultos más vulnerables puede producir alteraciones del estado de ánimo, con ansiedad o depresión. En algunos casos activa o amplifica problemas adictivos como alcoholismo o el tabaquismo. Los mayores problemas psicológicos pueden darse en aquellas personas que sólo vivieron para su trabajo, sin organizar adecuadamente su tiempo libre diversificando su vitalidad.
Las mujeres desarrollan una mejor adaptación que el hombre ya que por lo general durante su periodo de actividad profesional han estado involucradas en múltiples ocupaciones.
Las personas recién retiradas del trabajo (legal o forzadamente) deben aprender a rehacer sus vidas en familia, con amigos y consigo mismos. Mentalizarse del cambio producido. Es fundamental mantenerse plenamente activos en la medida de lo posible y si la salud acompaña. Realizar ejercicio físico moderado. Mantener e incrementar las relaciones familiares y de amistad. Cultivar nuevas aficiones.
Es fundamental reprogramarse en todos los sentidos, pues para la mayoría de los que abandonan el mundo laboral, no han previsto un plan B y se encuentran con la inesperada sorpresa de encontrarse diariamente con horas vacías de su tiempo. Bajándonos al terreno práctico, os propongo un plan eficaz para que esto no ocurra en ningún sentido, consistente en gestionar una nueva ocupación o conjunto de acciones, en distintas áreas de nuestra vida, vais a ver:
Fortalecimiento físico. Plantéate incorporar una o varias rutinas de ejercicio en tu nueva etapa postlaboral. Puede ser en casa o mejor en gimnasio, aire libre o en la piscina. Oblígate a un compromiso diario o semanal en esta rutina. Por supuesto, adaptado a tu forma física.
Actualización formativa. Programa una disciplina de estudio que sea de tu agrado. Esto puede ir desde el aprendizaje de un idioma, formación de cualquier tipo, la realización de un curso de postgrado o el inicio de una carrera universitaria (¡nunca es tarde!). Y ponte al día con el ordenador y con las Apps.
Intereses y vocaciones. Comprométete a mantener activa una o varias aficiones, dedicándoles el tiempo preciso cada semana. Si no tienes ningún hobby es el momento de incluirlo en tu estrategia vital. ¡Ah! programa algún pequeño o gran viaje cada año.
Reforzar los vínculos sociales. Desde la pareja y los hijos, hasta los familiares y amigos. Haz una apuesta por fortalecer tus relaciones personales: programa salidas habituales para compartir experiencias con tu pareja y familia y queda con los amigos. Visita a tus seres queridos.
Compromiso con la cultura. Oblígate a leer algunos libros cada mes, a ver tus series favoritas y compartir películas de cine con tu pareja en casa. Lee la prensa diariamente y participa en blogs y foros en Internet.
Seguid mis consejos. Manteneos activos y gozaréis de una razonable felicidad y una larga y provechosa vida, ¡merece la pena!
Hay muchas personas que actualmente utilizan la comida para afrontar sus dificultades personales y existenciales. Los síntomas relacionados con los trastornos alimentarios permiten a la paciente anoréxica reducir su consciencia, bloquear los sentimientos de dolor, evitar pensamientos amenazantes y/o eludir afrontar retos vitales. La tristeza, la soledad, el vacío, la agresividad, forman parte en primer o segundo plano de este tipo de problemas. La anorexia, y otros trastornos, frecuentemente están relacionados con otras alteraciones como depresión, ansiedad, abuso de sustancias, etc.
La anorexia nerviosa es un trastorno de alimentación caracterizado por pérdida de peso a resultas de una reducción continuada y excesiva de la ingesta alimentaria, con un deseo intenso de estar delgado/a. Las pacientes anoréxicas se perciben a sí mismas como “gordas”, independientemente de su peso y con frecuencia les es muy complicado reconocer su delgadez. Los riesgos para la salud y la vida de estas pacientes, son extremados. La mente se enfoca exclusivamente hacia la comida, llenando totalmente el espacio psíquico de la paciente. Muy característico también en estas pacientes es la presencia de fobia a la comida, extremo que también es muy importante modificar durante el tratamiento psicológico.
Las obsesiones y los rituales no son ajenos a este trastorno; es fácil encontrar pacientes que pesan sus alimentos, cortan la comida en trozos pequeños, secan la grasa con servilletas, lavan los alimentos bajo el grifo, se pesan de mañana muy temprano, se relacionan extrañamente con los espejos…
El frecuente encontrar en estas pacientes un deseo de excelencia y de consecución de grandes logros, así como una búsqueda desesperada de perfección, en su cuerpo y en diversas actividades; buscando una especie de control y autocontrol excesivos. También se observa su dificultad para reconocer y verbalizar sentimientos y emociones.
Es de suma importancia que la paciente admita su problema para establecer el cambio; es el primer paso de toda terapia. Con una combinación adecuada de estrategias psicológicas y nutricionales estas pacientes pueden ser ayudadas para superar su problema.
En ocasiones tienden a confundirse la anorexia y la bulimia. Sin embargo las diferencias muy claras para el psicólogo. Además de las propias diferencias sintomatológicas, la paciente anoréxica presenta unos rasgos de personalidad como introversión, evitación de riesgo, obsesiones, ansiedad; sin embargo es más frecuente en las pacientes bulímicas la depresión, la fluctuación en sus estados de ánimo, la búsqueda de sensaciones, deseos de riesgo, impulsividad, etc. En el paciente anoréxico detectamos control, orden, más frialdad, menos percepción y expresión emocional; el paciente bulímico hay más descontrol, caos de horarios, desorden, exceso, etc.
El tratamiento de la anorexia comprende básicamente: el establecimiento de la motivación al cambio, la recuperación del peso perdido, el tratamiento de las alteraciones psíquicas (baja autoestima, alteraciones de la imagen corporal, fobia a la comida, dificultades interpersonales, manejo de pensamientos irracionales) y la recuperación a largo plazo junto con la prevención de recaídas.
Algunos psicólogos caen en el error de pensar que muchas pacientes de anorexia no quieren ser tratadas por su problema. Estimo que esto es un error; es una especie de distorsión cognitiva a la que no somos ajenos. Realmente, estas pacientes sí desean ser ayudadas, a pesar de que sus miedos frenen la colaboración. Su gran resistencia a salir de la enfermedad es parte de su problema, del mismo trastorno.
Algunas de las estrategias psicológicas validadas para tratar con este problema (exceptuando las aproximaciones puramente nutricionales):
Ensayo conductual (en hipnosis o en imaginación). La paciente debe aprender a anticipar situaciones complicadas y preparar formas de respuesta adecuadas a cada situación.
Aproximaciones sucesivas. Por ejemplo, su relación con los alimentos.Y otras estrategias de moldeamiento, en vivo y/o en imaginación.
Exposición y desensibilización sistemática. En vivo y/o en imaginación con hipnosis. Son estrategias basadas en el afrontamiento de la ansiedad ante situaciones estresantes o amenazadoras.
Control de estímulos. La paciente debe comer únicamente en lugares y situaciones apropiadas.
Entrenamiento en resolución de problemas.
Autorregistros de determinadas conductas.
Reestructuración cognitiva. Los pensamientos disfuncionales de estos pacientes deben ser puestos en cuestión mediante determinadas estrategias psicológicas.
Entrenamiento en autoinstrucciones.
Manejo de ansiedad y estrés.
Desenvolvimiento de la Autoestima y la creatividad.
Estrategias para manejar la distorsión o el rechazo de la imagen corporal.
Entrenamiento en Habilidades Sociales.
Prevención de respuesta. Si existen conductas perjudiciales para la salud o incompatibles con el cambio terapéutico (por poner un ejemplo, los vómitos autoinducidos).
Estrategias de manejo emocional. Identificación, manejo y expresión de emociones.
Establecimiento de conductas alternativas (placenteras).
Dialogar con el trastorno. Ayuda a la paciente a descubrir qué está pasando en su interior y le hace tomar conciencia de ello.
Imaginación y visualización positiva. Estrategias basadas en símbolos y metáforas apropiadas a cada situación de cambio planteada.
Mindfulness. Estrategia basada en procesos de interiorización.
Llevamos 14 días confinados bajo estado de alarma atemorizados por el Coronavirus COVID19. A algunos de vosotros se os habrá hecho corto, a otros quizás más largo. Con nuestro estilo de vida mediterráneo se nos antoja difícil no poder salir a alguna pequeña celebración, tomar algún café con amigos, salir a hacer ejercicio por la montaña o la ciudad. ¡Cuánto echamos en falta todo lo que antes nos regalaba la vida cada día!.
Culpan al contagio de COVID19 en países latinos a nuestro carácter, a salir, a darnos la mano, nos gusta acercarnos, abrazarnos, tocarnos,… que en el norte de Europa o en países asiáticos (como Corea o Japón) donde evitan tocarse, se enclaustran en sus casas, se saludan con un movimiento respetuoso; si bien son una cultura higiénica, limpia, son ordenados, … yo he estado en Japón y no hay un papel en la calle; la basura que generas te la debes llevar a casa. Son un pueblo envidiable en este sentido.
Cada cultura tiene su carácter, qué se le va a hacer. Nosotros somos quien somos y superaremos esta crisis más pronto que tarde, ya lo veréis.
Estos días casi sin darme cuenta, me he encontrado revisando en TV una película y una serie sobre confinamientos… como si no tuviera yo bastante con el mío. Podría ser peor, que hay amigos míos que han decidido aprovechar su arresto domiciliario para ver películas como Contagio, Virus o Guerra Mundial Z… que hay que tener valor, con toda la caña que nos están dando los telediarios.
La semana pasada acabé La trinchera infinita, una excelente película protagonizada por el genial Antonio de la Torre y que recoge las vicisitudes de un republicano que se vio obligado a esconderse durante años en su propia casa huyendo de la represión franquista, basada en el libro Los Topos de Manuel Leguineche y Jesús Torbado. Esto si que eran confinamientos, y no lo nuestro, que en unas semanas lo levantamos.
Pero con lo que estoy gozando extraordinariamente es con una de mis series favoritas, que he decidido volver a verla al completo, disfrutando dos capítulos diarios: Doctor en Alaska (Northern Exposure), una serie de culto, sobre la que compartí recientemente en Facebook una escena deliciosa del capítulo 18 de la cuarta temporada, “Luces del Norte”. Qué serie maravillosa, un soplo de aire fresco, repleta de ternura, de personajes extraordinarios, de poesía y de belleza. Pues a su manera, la serie relata otro confinamiento, el de Joel Fleischman, un médico judío que se ve obligado a ejercer su profesión en un lugar remoto de Alaska, Cicely.
Como Psicólogo clínico nosotros tenemos también algunas restricciones para el ejercicio profesional de la Psicología, pero contamos con recursos de Telepsicología para poder ofrecer nuestra ayuda y asesoramiento. En el Gabinete de Psicología EIDOS ofrecemos atención clínica y terapia Online y telefónica. Como experto en el comportamiento humano ya os trasladé en un artículo anterior información sobre la mejor manera de gestionar nuestras emociones. Dejo para este artículo hablar sobre recomendaciones para sobrellevar la cuarentena del mejor modo posible, de forma saludable, equilibrada y divertida.
CONSEJOS PARA UN CONFINAMIENTO SALUDABLE
Pongo en primer lugar y recomiendo, los recursos audiovisuales. Adoro leer y disfrutar las mejores series y películas en televisión, como comentaba arriba, y todo tipo de ofertas culturales. Soy un apasionado de los libros, la música, en todas sus expresiones y me fascina el arte y la fotografía. Desde la instauración del estado de alarma han llovido ofertas en TV para disfrutar todo tipo de recursos culturales, incluido películas de estreno y teatro. No tengo sitio para detallar toda oferta, pero es inmensa. Si hacéis búsquedas en Internet, encontraréis de todo. Es tiempo de revisar nuestra biblioteca y leer esos libros pendientes de lectura o relectura. Aprovecha para explorar tu capacidad de ser más creativo (escribir, pintar, componer música…). Imponeos una rutina dedicando al menos un par de horas al día a reforzar vuestra pasión por la cultura. Además es una excepcional forma de aprender, imaginar otros mundos, dejarnos llevar por la fantasía y mantener en forma nuestra mente.
En segundo lugar, lo más importante. No es una contradicción. Lo he dejado en segundo lugar porque sé que algunos que me estáis leyendo consideraréis que no podéis realizarlo. ¡Pero estáis equivocados! Debemos fortalecer el vínculo social y emocional con nuestros seres queridos, y con nuestros amigos…¡Conecta con los tuyos! y si somos superdotados emocionales, con contactos y conocidos. Esta rutina es indispensable. Los psicólogos sabemos que en cualquier estudio sobre la felicidad el apoyo social es crucial, el tener buenos amigos y amar y sentirnos amados, es una obligación para no amargarnos la vida. Es tiempo para dedicar a nuestra pareja, fortalecer nuestra relación, explorar nuestra sexualidad y compartir más tiempo juntos las labores del hogar y la crianza, compartiendo actividades divertidas también. Tiempo es también de pasarlos en familia. Jugar con nuestros hijos, siendo los mejores padres y madres en este momento; escucharlos más. Comparte con tus mayores. Y si nuestra cuarentena la pasamos en solitario, echar mano de vuestra agenda y llamad todos los días a amigos y familiares, organizando videoconferencias, charlas y debates, o compartiendo juegos Online. Fundamental este cuidado social, que no nos sintamos solos en ningún momento. Atención, esta propuesta socioemocional tiene también una cara B para algunas personas, que no son felices en su relación de pareja (o familiar). Pongamos por caso, en Madrid uno de mis pacientes está viviendo una situación angustiosa en estos momentos. Hace meses, su infelicidad conyugal derivó en una infidelidad que por circunstancias fue conflictiva. Y en tiempo de confinamiento ha acabado gestionando dos rupturas sentimentales (con fuerte ansiedad), la de su amante (no fructificó la nueva relación) y la de la despechada esposa, que ha descubierto su doble vida, pero han de compartir confinamiento hasta que resuelvan su ruptura. Con dolor inmenso de ambos. Estas cuarentenas en relaciones vulnerables no son nada recomendables; pero sobre esto las autoridades sanitarias no se hacen ahora muchas preguntas ni ofrecen soluciones.
No menos importante. Comprometerse en mantener una disciplina de trabajo o estudio, de varias horas cada día. Si trabajas o teletrabajas, lo tienes resuelto. La cuarentena no son vacaciones. Si no tienes trabajo, programa un curso en Internet, aprende o refuerza un segundo idioma, actualiza la información y documentación de tu empresa, establece una rutina de ayuda a tus hijos en sus estudios, colabora con algunos proyectos sociales vinculados al COVID19 o matricúlate en la Universidad. No hay que quedarse de brazos cruzados y debemos incorporar en casa una autodisciplina de estudio o trabajo: psicológicamente, precisamos esta programación.
Lo siguiente y también fundamental. Buscar tiempo para ocuparnos de nosotros mismos. Desde un punto de vista físico y psicológico; y también espiritual, si tienes una inclinación religiosa o mística. Este tiempo de nerviosismo y alteración distrae la necesidad, que olvidamos, de mirar dentro de nosotros. Las últimas investigaciones en Psicología aportan fundamentos científicos de mejora psicológica con ejercicios basados en Mindfullness; si tu problema es la ansiedad, realiza un entrenamiento en relajación o yoga; mantén contacto con tu psicólogo para ir aportando luz en aquellas áreas aún oscuras en tu vida o para recibir ayuda si la necesitas o echa mano de un buen libro de autoayuda. Valora por favor disponer de tiempo cada día para centrarlo en ti mismo.
Un derivado de lo anterior es aplicarnos en mantener una programación de ejercicio o actividad física durante la semana. Yo lo realizo cada dos días, con mi hijo. Si conoces todas las posibilidades de un entrenamiento “indoor”, ¡fantástico!. Si no, tocará que recurras a tutoriales o videos en Internet para programarte tablas de ejercicios adecuados a tu edad y físico. Si además lo hacéis todos en casa, será más divertido. Si te gusta la música, el baile o el ejercicio rítmico puede ser una buena opción para vosotros. El ejercicio reduce el estrés, mejora el funcionamiento de cuerpo y cerebro y nos hace sentir bien. Indispensable. No te quedes pegado al sofá o a la cama.
Y haz mucho más de lo aquí sugerido, sonríe a todas horas, comparte el aplauso de las 20:00 horas con tus vecinos; cada cierto tiempo pasea por casa y asómate por la ventana o balcón para cuidar la vista; disfruta con la cocina y lleva una dieta sana y equilibrada permitiéndote algunos caprichos en fin de semana (para no perder las “buenas costumbres”) como abrir un buen vino; mantén buenos hábitos de higiene; y cada día de cuarentena agradece el estar y sentirte vivo, en todos los sentidos, compartiendo tu felicidad con los que tienes al lado.
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