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Claves de Autopsicología: Cultivar buenas relaciones personales

Claves de Autopsicología: Cultivar buenas relaciones personales

“Aquel a quien nadie le gusta, por lo general no gusta a nadie”

Isaac Newton

Newton tenía toda la razón en su aserto. Además de físico y matemático, nacido en el s. XVII, era un hombre extraordinariamente inteligente. Sin embargo, pese a que su referencia a las relaciones personales fue acertada, nos encontramos ante un hombre que en su niñez fue débil y de carácter introvertido. Fue un genio, con un lado oscuro: era solitario y no muy amigo de sus congéneres. Por ello he querido destacar su aserto. Porque quien lo manifiesta no se caracteriza precisamente por su “inteligencia emocional”. De hecho, fue un hombre que no gustó mucho, a casi nadie. Quedémenosnos con el acierto de su visión de la valoración de las personas.

Mas el sentido de mis artículos se basa en mejorarnos, en buscar nuestra mejor salud mental optimizando las claves de autopsicología que os propongo. Hoy nos topamos con una de las más importantes. La importancia de las relaciones interpersonales, y más allá, la importancia de las relaciones sociales. Y alrededor de esta reflexión, el manejarnos certeramente, con habilidad social.

Ya que somos, necesariamente, seres genuinamente sociales. Precisamos interactuar con los demás. Necesitamos el contacto estrecho, incluso íntimo, si cabe. El sentido del tacto está más evolucionado en mamíferos que en otros vertebrados y nosotros, bípedos implumes, lo anhelamos. La extensión, en coordenadas humanas, del mundo del tacto y la comunicación animal es la comunicación mediante la palabra. Pero también necesitamos la relación social, la comunicación, el contacto. Lo más básico.

De hecho, el apoyo social siempre fue un factor relevante en todos los estudios de felicidad serios que conocemos. Si el elemento social está alterado en nuestra convivencia diaria, nuestra vida estará afectada.

El capítulo que dedico a las relaciones interpersonales en mi libro de AUTOPSICOLOGÍA aborda algunos los problemas básicos fundamentados en la carencia de habilidades sociales. Un capítulo fundamental para aquellos que tienen problemas de relación con los demás o se consideran muy tímidos. Si la incomodidad es un sentimiento habitual cuando estás con los demás (compañeros, familia, amigos) debes revisarlo.

Y la clave de este factor importantísimo, de relaciones interpersonales exitosas, tiene que ver con las consecuencias positivas de conductas emitidas por personas especialmente habilidosas, que los psicólogos hemos podido recoger y que descubrimos que lo son en tanto que:

  1. Las conductas habilidosas son eficaces en cuanto a la consecución de objetivos interpersonales.
  2. Son eficientes en tanto que mejoran las relaciones con los demás.
  3. Y muy importante, mantienen muy en alto el nivel de autoestima de la persona considerada (autorrespeto).

Es un mundo amplísimo, el de las habilidades interpersonales. Cómo manejar con eficacia nuestra comunicación, entendernos y saber escuchar. Porque las habilidades sociales son entrenables, al ciento por ciento. Es fundamental aprender a manifestar adecuadamente nuestros sentimientos (incluso los negativos), expresar opiniones (aunque no sean compartidas) y también ser hábiles mostrando nuestras emociones, de una forma natural.

Disponemos de protocolos para manejar la crítica que nos hacen los demás, o saber cómo mejorar nuestras conversaciones. Incluso hay estrategias para ser más eficaces en la relación con el otro sexo, ¿o acaso no tienes amigos o amigas que tienen más éxito que otros en sus relaciones con intención sexual? Asimismo, manejamos estrategias para hablar en público: hay cursos en los que puedes participar para mejorar este aspecto. Y así, una amplia gama de protocolos y estrategias para mejorar nuestras relaciones interpersonales.

Un punto básico en la valoración de nuestras relaciones interpersonales radica en el análisis de los tres estilos básicos de respuesta interpersonal:

  1. Conducta no asertiva (o pasiva)
  2. Conducta agresiva.
  3. Conducta asertiva.

La conducta no asertiva es un patrón de comportamiento que alimenta la transgresión de los propios derechos, mostrándonos incapaces de mostrar nuestras opiniones, pensamientos y emociones a los demás. Se trata de una actitud autoderrotista, con una muestra de comunicación verbal y no verbal muy vacilante, con prevalencia de las disculpas.

La conducta agresiva es un patrón de comportamiento que alimenta la defensa a ultranza de los propios derechos y la expresión (e imposición) de los propios pensamientos, emociones y opiniones sobre los demás, de forma deshonesta e inapropiada. Con una actitud dominante y un lenguaje verbal y no verbal agresivo.

La conducta asertiva es un patrón de comportamiento exitoso, que alimenta la sinceridad, la expresión afectuosa y directa de los propios sentimientos, derechos, necesidades, emociones y opiniones, sin amenazar ni violar los derechos de los demás. Es una actitud de respeto. El mensaje subyacente verbal y no verbal es: “así veo esta situación, es mi opinión, son mis sentimientos… pero respeto tu visión y tus puntos de vista”. La actitud es tolerante.

¿Cuál es tu estilo de respuesta? Analízalo. Puede ser una mezcla de dos, incluso de los tres; pero probablemente uno de ellos prevalecerá. Te aconsejo que en la medida de tus posibilidades entrenes el adecuar tu conducta progresivamente a un patrón de comportamiento asertivo. Te cuento mucho más en mi libro, AUTOPSICOLOGÍA, Ejercicios y claves para una buena salud mental, editorial Almuzara.

Alberto Bermejo
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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AUTOPSICOLOGÍA
Ejercicios y claves para una buena salud mental

Claves de Autopsicología: Recupera tu primer amor (TÚ)

Claves de Autopsicología: Recupera tu primer amor (TÚ)

“Yo digo: Ámate a ti mismo, así te amarán también los demás

(Friedrich Nietzsche)

Nietzsche afirmaba que en cada ser humano residía la potencialidad de superar la heteronomía y la inmadurez para caminar hacia una autonomía ética. Bien, me diréis que esto de la autonomía ética, no es “autoestima”. Pero convendréis conmigo que se le parece bastante. Perdonad la tabarra filosófica…Nietzsche también habló del superhombre, de transformación… mas no quiero andarme mucho con rodeos y nos centraremos en lo que nos ocupa fundamentalmente en el artículo de hoy: la forja de una buena AUTOESTIMA, ya que al fin y al cabo hay que recuperar lo que fue nuestro PRIMER AMOR. Porque de chiquillos, recordad, ¡nadie nos ganaba a egoístas! Los niños, lo son, y mucho, por mera supervivencia, por propia evolución personal. ¡Pero no os estoy pidiendo que volvamos a abrazar el fantasma de la inmadurez, no!

La autoestima etimológicamente hace referencia «al amor por uno mismo». En un sentido más castizo estaríamos hablando del amor propio. Amar a una persona debe ir más allá del utilitarismo; es un sentimiento elevado. Quien bien ama, bien se quiere, y esto es bueno. Amar es expresión de la voluntad, una decisión que tomamos (además de sentirla). El amor ha de ser incondicional, desde mi particular escala de valores. Puro en su esencia. ¿En cuántas ocasiones has amado a seres no-perfectos? ¡Innumerables! Del mismo modo, cuando hablamos de autoamor, debemos amarnos a nosotros mismos, nos gustemos más o menos. En ello radica la esencia de una buena autoestima. Querernos, porque sí, porque somos buena gente… El amor a uno mismo, nuestra autoestima como relación saludable debe ser, por ende, incondicional. No es la primera vez que hablo en mi blog de autoestima.

Me quiero como soy. Con “autoaceptación”.  Este último concepto tiene que ver con la imagen que tenemos de nosotros mismos, y ha de ser coherente con una razonable autoestima personal.

Entiendo a muchos les chirriará estas reflexiones. Pero es un buen punto de partida para aceptarnos y querernos a nosotros mismos. Puesto que, en el marco de nuestra experiencia vital, en nuestras relaciones sociales y personales, en nuestra relación con la psicopatología (en su caso), nuestra autoestima suele verse afectada cuando no estamos bien. Y en gran medida se afecta porque somos muy duros con nosotros mismos y nos dirigimos autodiálogos inaceptables, excesivos, ingratos… en lugar de dirigirnos palabras de apoyo incondicional, de hablarnos con gratitud.

Somos buenos seres humanos, tratamos al otro con benevolencia, ¿por qué no tratarnos a nosotros mismos con amabilidad a la hora de pensar en quién somos? Es la clave principal, en este artículo: querernos bien. Dejar de depreciar en todo o en parte, lo que somos. Porque somos grandes, porque importamos, porque somos valiosos.  Una buena autoestima produce un gran vigor y nos ayuda a alcanzar nuestras metas, repercutiendo así, positivamente, en nuestra salud mental.

Múltiples psicólogos han abordado el concepto de autoestima en sus trabajos. El psicólogo humanista, Carl Rogers, enfatizaba la importancia de la autoaceptación: «Lo que soy bastaría si lo fuera honestamente». El padre de la terapia Gestalt, Fritz Perls, consideraba la autoestima como la forma natural de valorar, aceptar y cuidar de uno mismo. Abraham Maslow planteaba la autoestima en términos de congruencia y autorrealización personal (no de autovalía). Roudinesco, la psicoanalista francesa, es muy pesimista (como casi todos los psicoanalistas): «La búsqueda de la autoestima se ha convertido en un elemento esencial de la cultura del narcisismo que caracteriza las sociedades occidentales». El psicólogo Martin Seligman, pionero de la psicología positiva, considera la autoestima como una especie de termómetro de nuestro sistema; cuando nos va bien en el trabajo o con las personas que amamos el nivel de autoestima es alto, cuando estamos mal, nuestra autoestima estará́ baja. Y en este breve resumen conceptual no puedo dejar de lado (todo lo contrario, hemos de dejarlo en el nivel más destacado) el concepto de «autoeficacia», que en este contexto introdujo el excelente psicólogo Albert Bandura en su teoría del aprendizaje social, según el cual las creencias en nuestras habilidades para tratar con diversas situaciones (autoeficacia) juegan un rol importante en la manera de sentirnos frente a la tarea y de cara a alcanzar nuestras metas: una alta autoeficacia percibida se vincula con ideas y anhelos positivos de cara a ejecutar un comportamiento exitoso y una reducción significativa de estrés.

Nuestro nivel de autoestima, consecuentemente, es consecuencia directa de las ideas y pensamientos que nos repetimos mentalmente. De ahí́ que también nos influya lo que los demás opinan de nosotros, fundamentalmente antes de alcanzar nuestra madurez. Te sugiero un ejercicio que comprende una serie de afirmaciones potentes para incorporar un diálogo interior saludable, que puedan sustituir a los pensamientos negativos que recolectaste en tu pasado.

Prepara una lista con autoafirmaciones poderosas, creíbles, realistas. Del tipo: “soy amable y paciente conmigo”, “me acepto como soy”, “trabajo por llevar una vida plena” …. Etc.

Lee tus afirmaciones todos los días. Puedes desplegarlas por tu hogar en pósits, en el espejo del aseo, en la cocina o en cualquier punto de la casa que frecuentes. Da movimiento y asocia tus afirmaciones con colores o con elementos divertidos, a modo de truco mnemotécnico; ¡puedes hasta cantarlas! Si consigues una buena relajación y concentración al evocar tus afirmaciones, el efecto será́ más intenso.

Encontrarás más ideas en mi libro Autopsicología, ejercicios y claves para una buena salud mental, debajo te dejo el enlace para su adquisición.

Alberto Bermejo
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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AUTOPSICOLOGÍA
Ejercicios y claves para una buena salud mental

Claves de Autopsicología. Experiencia óptima: despliega tu capacidad para crear

Claves de Autopsicología. Experiencia óptima: despliega tu capacidad para crear

”…El estado óptimo de experiencia interna (flow) es cuando hay orden en la conciencia.  Sucede cuando la energía psíquica (o atención) se utiliza para obtener metas realistas y cuando nuestras habilidades encajan con las oportunidades para actuar…”

Mihaly Csikszentmihalyi

Una de las claves de Autopsicología más importantes, en mi opinión,  es el estado de Flow. Flujo, o fluidez, en español. Ese estado de conciencia óptimo, vitalista, donde todo lo que realizamos y experimentamos añade un orden lógico e incluso paralógico a nuestro sentir consciente, haciendo que percibamos la realidad de una forma especialmente clara, sintiendo que todas las piezas de nuestro rompecabezas encaja, mostrándonos creativos y activos. Quien mejor pudo describir esta experiencia fue Mihaly Csikszentmihalyi en su ensayo “Flow” (Fluir). Cskszentmihalyi, M. (1997). Fluir (Flow): una psicología de la felicidad. Editorial Kairós.

¿Has sido consciente alguna vez de una experiencia de este tipo?. Fíjate en las personas que comunican experiencias de goce extremo, casi extático, producidas por la escucha de una obra musical, el fragmento de un libro inspirador, el descubrimiento de un paisaje o un sentimiento espontáneo de bienestar. O personas que de forma similar se conducen en su quehacer profesional o creativo con una especial sensibilidad, con capacidad resolutiva, sintiéndose activos, con una armoniosa naturalidad.

Os animo a buscar el modo de conectar con estas sensaciones, esta práctica excepcional. Se trata de ir más allá del placer, y abrazar las experiencias que nos llenen, que nos hagan gozar, que nos hagan sentir vivos y conectados. Experiencias óptimas y transformadoras. Esta búsqueda de flujo personal en lo que hacemos y experimentamos puede ayudarnos a encontrar respuestas a muchas de nuestras preguntas y conocernos mejor.

El verdadero sentimiento de felicidad radica en nuestro interior, conectado con la capacidad de concentrar la consciencia desplegando nuestra creatividad de forma activa. No debemos vagabundear por la vida, sin ser constantes, de forma errante; dejándonos llevar sin tomar ninguna decisión. Es importante ser consciente de cada paso que damos, establecer metas específicas y elegir un camino coherente con nuestra sensibilidad.

Las metas dirigen, nos muestran el propósito en nuestra vida. Las metas son motivadoras; cuando más cerca estemos de ellas, mayor motivación de logro obtendremos. Alcanzar nuestras metas, por encima de todo, reforzará nuestra autoestima. Sigue a continuación un ejercicio para que lo realices cuando tengas oportunidad:

Fíjate metas a largo plazo, ¿cómo es la vida que quieres llevar dentro de unos años? Familia, intereses, pareja, amigos, vocación… Fija etas secundarias también, prepara aquellas metas que te ayuden en tu progresión. Esfuérzate cada día por irte acercando paso a paso a todas ellas.

Alberto Bermejo
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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AUTOPSICOLOGÍA
Ejercicios y claves para una buena salud mental

Claves de Autopsicología: Vive positiva-mente y regula tus emociones

Claves de Autopsicología: Vive positiva-mente y regula tus emociones

Apreciados amigos y lectores, en estos días de tormentas e inestabilidad climática mediterránea (además de geoestratégica) comienzo este artículo con una frase que resume buena parte de mi pensamiento (y creencias) sobre cómo mejorar nuestra salud mental:

“La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”.

Este valioso aserto anónimo resume, en mi opinión, la orientación que deberíamos dar a nuestra vida: no rebelarnos frente a la adversidad (si el infortunio es inexorable) y permanentemente paladear cada minuto que vivimos.

Tendremos ocasión de hablar sobre emociones en otros posts, pero permitidme hoy que abordaremos una introducción a nuestra experiencia afectiva y sentimental y animaros a ser más positivos. Las emociones guían nuestra particular brújula vital. Yo siempre reclamo a mis pacientes que presten atención a sus pensamientos y emociones. Una emoción conlleva cambios psicofisiológicos y endocrinos, además de una respuesta cognitiva, que configuran la apreciación de sentimientos. Las emociones nos informan de lo que está pasando a nuestro alrededor, y representan una espoleta para ejecutar determinadas acciones. Representan una especie de “cuadro de mandos” personal.

Muchos pacientes reclaman ayuda del psicólogo clínico para “luchar” contra sus emociones, para “rechazarlas”, para conseguir que “desaparezcan”. Estamos errando el tiro. Las emociones conforman una respuesta humana muy particular y lo que hay que aprender es precisamente a conocer bien esa respuesta y descubrir cómo manejarla óptimamente, como digo  más precisamente en mi libro de Autopsicología: vivir positiva-mente.

Las emociones son un tesoro. Tienen un valor funcional en nuestra conducta diaria y en nuestra experiencia cognitiva. Son básicamente señales, nos empujan a movernos en un determinado sentido. A menudo nos hablan sobre el estado de nuestras relaciones personales. Nuestras emociones también alertan a los demás sobre cómo somos. Nosotros hemos de decidir en cada caso cómo debemos responder ante una experiencia emocional concreta, porque además de nuestra particular respuesta más instintiva, realizamos una valoración cognitiva de lo que está ocurriendo en nosotros y nuestro entorno. ¡La información de nuestras emociones es valiosísima!

Valga un ejemplo: el enfado. Responder con enfado no es necesariamente un problema, salvo que lo hagamos con ira y perdamos la compostura, o nos desborde completamente con una respuesta muy desadaptativa. Si nos enfadamos lo que suele ocurrir, básicamente, es que desde un estado de alerta, estamos protegiendo nuestros límites. Respondemos con activación psicofisiológica en respuesta a que el otro o los otros (o un otro abstracto) ha violentado nuestro perímetro personal o emocional. Incluso en las cuestiones más simples. Podemos recibir una multa de tráfico y enfadarnos. Pensamos que la Autoridad nos va a confiscar un importe por una acción que valoramos injusta de inicio (aunque realmente lo merezcamos, porque hemos incumplido una norma de tráfico), nos van a privar una cantidad sensible de dinero sin apenas recursos para hacer frente a lo sucedido. Probablemente le echemos la culpa a la norma o pensemos que no merecemos la multa. Nuestra acción será analizar lo sucedido y preparar un recurso, o si pensamos que hemos obrado incorrectamente, aceptar el cobro. Al cabo de horas, o de días, lo olvidaremos. Sin embargo, lo habitual es que los enfados que nos importan  aparezcan en un contexto interpersonal, porque nos sentimos “atacados” o comprometidos por las acciones de otras personas, a menudo de personas queridas. A veces respondemos con una expresión afectiva excesiva, lo que da información a los demás (y a nosotros mismos) sobre lo que está ocurriendo.  Estos enfados son más duraderos; porque en general consideramos muy valiosas nuestras relaciones.

Como una primera orientación, podemos hacer un cambio fundamental en nuestras vidas viviendo más positiva-mente. Cuando nos levantamos de la cama por la mañana solo caben dos actitudes vitales: movernos como un alma en pena en nuestro quehacer diario o decidir vigorosamente que hoy puede ser un gran día (como nos cantara el gran Serrat), aprovechándolo al máximo y con optimismo. Mientras puedas elegir, opta siempre por la segunda alternativa. Las emociones positivas son básicamente un 80% de pensamientos positivos: escucha bien tu voz interior, no te alimentes de autodiálogos irracionales que no se compadecen con tu realidad personal. No te autoengañes. Abre tu cuaderno de autenticidad. Fluye.

Y siguiendo con los consejos para vivir más positiva-mente: aléjate de los noticiarios de TV, que solo se dirigen a tu sistema límbico (no a tu córtex); da la espalda a personas venenosas que vampirizan tu existencia; elimina tóxicos y revisa tu compromiso con una vida saludable;  renuncia a actividades que te devalúan como persona; no dejes de reír a diario; disfruta de la amistad y practica cotidianamente los ejercicios sobre calma de la mente que describo en mi libro Autopsicología, Ejercicios y claves para una buena salud mental. Editorial Almuzara.

Acabemos con una propuesta de ejercicio vinculada a la regulación emocional, para que practiques en casa, orientada a afrontar la ansiedad y el miedo. Reflexiona sobre alguna de las amenazas más importantes que crean incertidumbre y limitan tu bienestar. Identifica la emoción relacionada. Analiza tus sentimientos (más cognitivamente).  ¿Qué piensas acerca de lo que te sucede?. ¿Cómo reaccionas  ante esa emoción? ¿Cómo se expresa corporalmente? Concéntrate en tus sensaciones. Respira profundamente. Es probable que estés sintiendo incomodidad o cierto dolor por tu recuerdo emocional. Sencillamente, busca una forma de calmarte, de modificar tu expresión corporal para afrontar la amenaza. ¿Puedes recurrir a algún pequeño ejercicio que te ayude?. Si con una breve meditación puedes cambiar tu respuesta emocional y física para sentirte algo mejor, estás empezando a cambiar tu forma de relacionarte con la ansiedad que te procura la amenaza. Como siempre, en muchos casos, la clave es escucharse, conocerse mejor… Cuídate mucho.

Alberto Bermejo
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica

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AUTOPSICOLOGÍA
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Claves de Autopsicología:  Cambio de comportamiento

Claves de Autopsicología: Cambio de comportamiento

En las distintas presentaciones de AUTOPSICOLOGÍA que he realizado recientemente me gusta recordar el mensaje de Steve Jobs, una auténtica perla para nuestros oídos y que tengo muy presente en este incierto futuro o prefuturo en el que nos hallamos:

Cada día me miro en el espejo y me pregunto: “Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?. Si la respuesta es “NO” durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo”

Y esta gran verdad me sirve para estimular la reflexión sobre la importancia de nuestra conducta. Clave relevante en el cambio personal, si de veras nos tomamos en serio una transformación. Desconfiad de libros con títulos algo engañosos, del tipo:  Ser feliz es fácil, Supere la depresión sin esfuerzo, Superar la ansiedad en cinco días, Dejar de fumar en una sesión…. (son títulos inventados, eh). El cambio requiere cierto sacrificio. No podemos esperar que si la infelicidad nos acompaña todos los días, logremos dar la vuelta a nuestro dolor sin realizar ninguna modificación en nuestro comportamiento.

Si tu discurrir conductual ha sido el mismo en estos últimos meses o años de dolor emocional compartirás conmigo que algún cambio has de plantear en tu vida.  Quizás el cuerpo no te lo pida, porque la comodidad de mantener el hábito de no-moverse (existencial o emocionalmente) es poderosa. En el fondo tenemos miedo a dejar de ser quienes somos. Pero esto no es cierto, ¡somos siempre los mismos!. Nuestra naturaleza y esencia individual está a salvo, solo que debemos aceptar que podemos cambiar lo que no nos gusta. Recuerda siempre: la conducta no cambia al hombre; es el hombre el que cambia su conducta.

Te propongo algunas buenas ideas y consejos para planificar cambios comportamentales. Lamentablemente no podré ser muy exhaustivo, pues este es un artículo breve. No obstante, encontrarás más ideas y múltiples ejercicios en mi libro de AUTOPSICOLOGÍA Ejercicios y claves para una buena salud mental. Editorial Almuzara.

Revisa tu día a día y date cuenta que mucho de lo que aprendemos y realizamos cotidianamente lo hacemos por asociación (condicionamiento clásico). Un estímulo elicita respuestas determinadas en nosotros. Así que revisa concienzudamente qué hace que tu conducta se exprese (sobre todo la conducta problemática) y detecta los “disparaderos” de dichos comportamientos. Modificando los estímulos también podrás modificar tu conducta.

Otro motor de cambio es el “condicionamiento operante”. Si te fijas bien, muchas de tus conductas las mantienes porque son de algún modo “recompensadas” o “reforzadas”. Ello hace que se repitan con mayor probabilidad respecto a las no recompensadas. Un ejemplo: si escribes un buen artículo y recibes buenas críticas por el mismo es muy probable que ese refuerzo haga que sigas escribiendo más artículos. El “castigo” opera de forma inversa. Si al ejecutar una acción recibes una “reprimenda verbal”, pongamos por caso, o una “consecuencia negativa” cualquiera, es muy probable que abandones dicha conducta. ¡Salvo que seas muy recalcitrante!. Revisa tus conductas problema y averigua de qué modo son o no son reforzadas. Puedes plantearte estrategias de autorreforzamiento para establecer algún tipo de autocontrol en tu propia conducta.

Te propongo un ejercicio para casa. Lleva un registro de conductas desajustadas que plantees seriamente modificar. Reflexiona sobre ellas y pregúntate qué te lleva a comportarte de forma conflictiva. Explora estímulos, situaciones, personas, pensamientos, emociones vinculadas a dicha conducta, que puedan estar facilitándola. Valora también sus consecuencias (emocionales, cognitivas, etc). Comparte la información con tu pareja o con alguna persona cercana y desde el conocimiento de lo que sí debes cambiar puedes plantearte una estrategia o propuesta seria de cambio.

¡Aléjate de las conductas que entorpecen tu crecimiento personal o causan conflicto a tu alrededor! ¡Abraza aquellas conductas que realmente te hagan crecer y sean realmente productivas y te hagan crecer!

Alberto Bermejo
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica

Gabinete de Psicología Eidos (Alicante)

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