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Problemas en la Infancia y Adolescencia

Gabinete de Psicología EIDOS

El hecho de dividir los trastornos psicológicos o los problemas en trastornos infantiles y adultos es, en todos los sentidos, una cuestión de conveniencia. Básicamente la mayor parte de los trastornos en adultos son susceptibles de presentarse también en niños y adolescentes: miedos, depresión, ansiedad, obsesiones, problemas de timidez, baja autoestima, dificultades para relacionarse con los demás, problemas de conducta, etc. Incluso muchos problemas adultos tienen su origen en la infancia y la adolescencia.

Problemas más habituales en a infancia y adolescencia

Los trastornos del aprendizaje son problemas característicos de niños que no muestran un rendimiento académico adecuado para su edad y nivel de inteligencia, problemas no atribuibles a la propia enseñanza. Actualmente, las madres y padres de estos niños, sensibilizados, acuden rápidamente al psicólogo cuando detectan en sus progenitores este tipo de retraso escolar; en ocasiones, son los propios profesionales del centro educativo quienes se encargan de trabajar específicamente en la recuperación de estos niños. Es importante que tan pronto se detecten estos déficits los niños sean derivados inmediatamente al profesional, ya que cualquier retraso o merma en su escolaridad se traducirán en dificultades educativas futuras.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que se caracteriza por síntomas manifiestos de desatención y de impulsividad-hiperactividad. Nos referimos a esos niños que son incapaces de permanecer sentados en sus asientos, que perturban constantemente el trabajo en clase, que no cesan de moverse, que muestran incapacidad para mantener centrada la atención y la concentración en determinadas actividades, etc. Las características de este trastorno son variables y presenta muchas diferencias (entre los distintos niños que lo padecen), por lo que de cara al tratamiento es recomendable una exhaustiva evaluación del problema.

Los trastornos de alimentación son extraordinariamente importantes en el mundo del niño y del adolescente. Los más graves y conocidos son la anorexia y la bulimia nervios, pero también existen otros menos conocidos: ingesta continuada de alimentos no nutritivos, regurgitación y masticación repetidas de alimentos y otros problemas alimentarios.

Los trastornos de tics suelen tener su inicio en la infancia. Pueden tratarse de tics motores y/o vocales. Es importante una buena valoración del problema, ya que en este apartado pueden detectarse trastornos simples y transitorios, o bien trastornos de carácter más grave.

Trastornos de la eliminación: encopresis y enuresis. La encopresis se define como la deposición repetida de heces en lugares inadecuados y la enuresis como la emisión repetida de orina también en lugares inadecuados. El problema más extendido en esta área es la enuresis nocturna (el niño que se hace pis en la cama). Actualmente para el tratamiento de estos problemas existen programas específicos (p.e. entrenamiento en cama seca, entrenamiento en control de la micción, etc.) e incluso dispositivos de alarma (pipi-stop) muy útiles en este trastorno.

Problemas de conducta: desobediencia, rabietas, oposicionismo y agresividad. Los niños pueden presentar conductas molestas y disruptivas, sin que afecten de forma grave a sus vidas. Sin embargo, cuando un niño manifiesta este comportamiento de forma frecuente y persistente, sí puede suponer para el niño problemas y dificultades en su adaptación en el medio escolar, familiar y social, pudiendo afectar a su desarrollo psicológico. Por ello, la desobediencia y la conducta agresiva en la infancia son dos de las principales quejas de los padres, las cuales deben abordarse de una manera eficaz aplicando los procedimientos adecuados.

Otros trastornos de la infancia, la niñez o la adolescencia. Este grupo estaría dedicado a trastornos no incluidos en los anteriormente citados. Entre ellos, el trastorno de ansiedad por separación, que se caracteriza por una ansiedad excesiva e inadecuada desde el punto de vista evolutivo concerniente a la separación respecto del hogar o de las personas con quienes el niño está vinculado; el trastorno reactivo de la vinculación de la infancia o la niñez, caracterizado por una relación social manifiestamente alterada e inadecuada evolutivamente, que se produce en la mayor parte de los contextos y se asocia a una crianza claramente patógena; y el trastorno de tics, que se caracteriza por un comportamiento motor repetitivo, aparentemente impulsivo, y no funcional, que interfiere marcadamente las actividades normales y, a veces, puede dar lugar a lesiones corporales.

Aparte de los problemas mencionados, relacionados especialmente con la infancia, no conviene olvidar que la adolescencia es una etapa fundamental dentro del proceso de construcción de la personalidad y el tránsito hacia la edad adulta. En esta etapa sensible de la vida son frecuentes los problemas psicosociales en algunos jóvenes, en conflicto con su propia familia, con el medio escolar y con la sociedad en general. También los problemas asimilados con los de los adultos: trastornos adaptativos, ansiedad, depresión, déficit de habilidades sociales, etc. En estos años de transición el adolescente se topa con sistemas de relaciones y modelos sociales y culturales nuevos. Por ello, es indispensable conocer mejor, en sus diversas dimensiones, las características y naturaleza de esta etapa vital y encarar de la mejor manera posible los problemas que pudiesen presentarse con ayuda de profesionales.

¿Qué podemos hacer?

Además del tratamiento específico a realizar dependiendo de los problemas detectados, nos parece interesante destacar los procedimientos derivados de la psicología del aprendizaje, orientados a la eliminación o disminución de las conductas inadecuadas, especialmente en conductas de desobediencia agresividad infantil y comportamientos perturbadores, las cuales son objeto de múltiples consultas a psicólogos por parte de padres preocupados, y el establecimiento de conductas apropiadas.

En este sentido, entre estos procedimientos se hallan los sistemas de reforzamiento (sistemas de fichas) centrados en premiar las conductas positivas del niño, otros sistemas de refuerzo (de conductas alternativas a la inapropiada), procedimientos de carácter “aversivo” que conllevan la realización de conductas de reposición (como recoger o limpiar lo que ha desordenado o manchado un niño) o bien permanecer unos minutos en una habitación desprovista de juegos (tiempo-fuera) por haberse comportado mal.

Además de este enfoque conductual de tratamiento no conviene olvidar los abordajes más ambientales, cognitivos y sociales siempre necesarios en problemas de conducta complejos.

Si tus preocupaciones giran en torno a este tema o padeces este tipo de problemas, podemos ayudarte… Estamos cerca de ti.

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